Mi cáncer solo está en el riñón: ¿Qué tratamientos puedo seguir?

Puede parecer raro, pero muchas veces en algunas personas con un pequeño cáncer renal (estadio 1) el primer tratamiento inicial es la observación o “vigilancia activa”. Si es de edad avanzada, o tiene problemas médicos importantes, puede ser más seguro observar con atención el cáncer, con múltiples pruebas de imagen y visitas al especialista. Dado que muchos cánceres renales se descubren por accidente en pruebas de imagen recomendadas por otros motivos, en la actualidad se detectan muchos bultos pequeños en el riñón. Es muy improbable que los cánceres renales con un tamaño inferior a 3 cm se extiendan, y a veces el riesgo de morir en una operación supera los beneficios de la intervención. Las personas que optan por la vigilancia activa con su médico deben seguir sometiéndose a un seguimiento regular por si el cáncer empezara a crecer.

Si tiene un cáncer grande en el riñón, normalmente el mejor tratamiento inicial es una operación. La operación para eliminar el cáncer renal corre a cargo de un cirujano especialista denominado urólogo o urólogo oncólogo (un urólogo especialista en cáncer). La operación puede eliminar solo una parte del riñón (“nefrectomía parcial”) o el riñón entero (“nefrectomía radical”). Podría ser necesaria una operación con una incisión grande (nefrectomía “abierta”) o pequeña (nefrectomía “laparoscópica”), que permite una hospitalización más corta y una recuperación más rápida. Si el cáncer es pequeño (estadio 1 < 7 cm), podría ser posible una nefrectomía “parcial”, en la que puede conservarse el resto del riñón normal. Si el cáncer es más grande (estadio 2) o ha empezado a extenderse cerca del riñón (estadio 3), se elimina todo el riñón.

En algunas personas no es posible operar debido a su edad o a otros problemas médicos. Puede ser posible tratar un cáncer renal localizado sin operar, utilizando otros tratamientos. Estos son:

Ablación por radiofrecuencia (ARF): se introduce una aguja con una antena de microondas en el cáncer con anestesia local y el cáncer “se cuece” desde dentro.
Crioablación: se introduce en el cáncer una serie de sondas que luego se enfrían con nitrógeno líquido para congelar las células cancerosas. Tiene un efecto similar que la ARF, pero puede requerir anestesia general.
Radioterapia estereotáctica (RTE): esta nueva radioterapia controlada por ordenador se ha probado en el cáncer renal y en muchos otros cánceres. La RTE administra un gran número de dosis pequeñas de radiación desde diferentes ángulos, de manera que el cáncer reciba una dosis terapéutica de radiación pero los órganos y tejidos que lo rodean solo se vean afectados ligeramente.
Si usted tiene uno de los tipos de cáncer renal hereditario, es posible que desarrolle más tumores renales en el futuro. Por ese motivo, el cirujano podría proponerle una estrategia diferente. Los pacientes con un tipo de cáncer renal hereditario necesitan una estrategia a largo plazo y deberían consultar a un experto en cáncer renal siempre que sea posible.

En muchos cánceres, las personas pueden tomar otros tratamientos como “pólizas de seguro” para reducir la probabilidad de que el cáncer reaparezca. Puede que haya oído hablar de la quimioterapia, la hormonoterapia o la radioterapia como tratamientos adicionales (“adyuvantes”) para el cáncer. Estos tratamientos no parecen funcionar en los pacientes con cáncer renal, y los ensayos clínicos recientes de los fármacos habituales para el cáncer renal (p. ej., sunitinib, sorafenib) tampoco han logrado demostrar que sean beneficiosos en los pacientes como tratamientos adyuvantes adicionales para ayudar a prevenir las recurrencias.

No obstante, la inmunoterapia despierta un gran interés como tratamiento adyuvante en el cáncer. Pregunte a su médico si hay disponible algún ensayo clínico de inmunoterapia para el cáncer renal.

Todos los supervivientes del cáncer deberían recibir atención de seguimiento. Una vez que termine el tratamiento contra el cáncer, elaborará un plan de atención de seguimiento con el equipo terapéutico, que puede incluir consultas a diversos profesionales sanitarios.

En general, los supervivientes del cáncer renal suelen visitar al especialista cada tres o cuatro meses durante los primeros años posteriores al tratamiento, y una o dos veces al año después. En estas visitas, el médico buscará efectos secundarios del tratamiento y le hará pruebas para comprobar que el cáncer no ha reaparecido (recurrido) ni se ha diseminado (metastatizado) en otra parte del cuerpo. El tipo de pruebas dependerá del estadio y el grado del cáncer renal. Como la mayoría de los cánceres, la posibilidad de que reaparezca es especialmente elevada poco después del tratamiento. Cuanto más tiempo haya pasado, más probable es que no recurra. Sin embargo, el equipo terapéutico querrá hacerle un seguimiento durante un tiempo. En algunos países, los pacientes con cáncer renal son objeto de seguimiento durante 5 años a partir de la operación inicial. La organización de pacientes de su zona puede pasarle las directrices de seguimiento específicas del cáncer renal de su país u otros países.