La tasa de paro en este colectivo alcanza el 48,1%, casi el doble que la de sus coetáneos sin discapacidad
La barrera cultural y formativa son los principales escollos para el acceso al trabajo, según un informe de la Fundación Adecco
La tasa de paro de las personas jóvenes con discapacidad se sitúa en el 48,1%, superando con creces el ratio de desempleo de la media de su generación (27,7%), según el último informe del SEPE. Por eso, no es de extrañar que hasta el 86% de quienes tienen menos de 30 años crean que es «muy difícil» acceder a un primer empleo y la mayoría (76%) opina que tardará más de un año en encontrarlo, como concluye el 9º informe Jóvenes con Discapacidad, motor de futuro que acaba de presentar la Fundación Adecco, con la colaboración de Wärtsilä.
En esta edición se ha realizado una encuesta a 253 personas con discapacidad menores de 30 años, de las cuales, un 89,8% está en búsqueda de su primer empleo. «La ausencia de experiencia laboral, la alta competencia, las redes de contacto más limitadas entre los jóvenes o las expectativas y requisitos de las ofertas de empleo, hacen que las personas que buscan un primer trabajo encuentren grandes dificultades, que se ven amplificadas en el caso de los jóvenes con discapacidad, debido al gap formativo, la ausencia de accesibilidad y/o prejuicios y estereotipos que frenan la voluntad de los empleadores a la hora de incorporarles a los equipos de trabajo», explica en el informe Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Entre las dos principales barreras en el acceso al empleo que ha identificado la encuesta está precisamente la barrera cultural, caracterizada por prejuicios y estereotipos profundamente arraigados en la sociedad, que tienden a trasladarse a los procesos de selección en forma de decisiones excluyentes o discriminatorias.
Hasta el 56,7% de los jóvenes con discapacidad declara haber sentido discriminación en el proceso, 43,3% en la fase previa del currículum y un 72% en la propia entrevista de trabajo, donde han puesto en duda o cuestionado sus capacidades o aptitudes para el desempeño.
En segundo lugar, han identificado una barrera formativa significativa, que viene de la falta de programas educativos adaptados, lo que impide a las personas jóvenes con discapacidad acceder a la misma calidad de formación que sus coetáneos. Solo el 15,1% de ellas tienen estudios universitarios, frente al 33,2% de la población general. En la misma línea, un 5,8% de las personas con discapacidad no tiene estudios y un 23,9% ha completado únicamente la formación primaria, cifras que se reducen al 0,5% y 9,6% entre el resto de la población.
Con todo, recalcan que esta brecha también es cualitativa: más de la mitad de los jóvenes con discapacidad (el 55%) tiene una vocación concreta, pero no cree que pueda dedicarse a ella profesionalmente al no existir formaciones homologadas ni adecuadas para su tipo de discapacidad.
Esta situación, apunta Mesonero, aplica sobre todo a los jóvenes con discapacidad intelectual. «En la mayoría de los casos, se presupone que se desarrollarán profesionalmente en un centro de día, en un centro ocupacional o en un Centro Especial de Empleo, sin contemplar su verdadera vocación e intereses. Existen entidades que, fuera de los circuitos oficiales, están diseñando alternativas para que las personas con discapacidad se formen en áreas específicas, de mayor valor añadido».
«Aun así −añade−, cuesta mucho dar el paso a la empresa ordinaria, donde siguen existiendo reticencias y prejuicios a la hora de incorporar a personas con discapacidad intelectual. En este sentido, es fundamental fortalecer la red de apoyos desde edades tempranas, con una mayor personalización e inclusión en las escuelas, y destinando más recursos a la atención de las personas con discapacidad y sus familias».
¿Cómo solucionar esta situación? Para Mesonero, habría que fomentar la sensibilización y formación de los empleadores y mejorar la accesibilidad en los lugares de trabajo. También considera necesario impulsar políticas activas de empleo que proporcionen formación y apoyos adecuados para que los jóvenes con discapacidad puedan conectar con los sectores que hoy lideran la creación de empleo.
Además, la Fundación Adecco propone las siguientes estrategias para que los jóvenes con discapacidad logren el ansiado primer empleo: