Defendió desde su asociación la importancia del cuidado de enfermos renales y demás trasplantados durante toda su vida
Ingeniero de profesión, trabajó durante muchos años en la empresa de distribución electrónica y tecnológica Dielectro. Sin embargo, lo que lo hizo conocido en la ciudad amurallada fue su incansable labor en la asociación. Su pareja, enferma renal, y él contactaron con el colectivo poco después de su fundación, en el año 1981.
Su mujer, Delia, formó parte ya de la segunda directiva de Alcer, pero fue él quien la terminaría liderando entre los años 2008 y 2011. Tanto antes como después, estuvo muy implicado en las labores y reivindicaciones de la asociación. Famosas eran sus duras negociaciones con el Sergas para conseguir más derechos para los enfermos renales.
Siempre estuvo muy concienciado con respecto a las donaciones de órganos. En una entrevista concedida a La Voz, lamentaba que Lugo fuese la provincia con menor índice de donaciones: «Aunque duela decirlo, Galicia está ahora entre las comunidades con menos donaciones y Lugo en concreto es la peor de las provincias. Hace años había más concienciación, pero ahora ha bajado mucho incluso el número de socios, aunque solo cobramos 15 euros al año».
Quienes coincidieron con él lo definen como una persona «seria cuando tocaba, pero afable en el trato personal cuando estaba relajado». Además, destacan su «empatía» y la honestidad con la que defendía sus reclamaciones. Sobre todo, las que tenían que ver con el traslado de enfermos renales por parte de Sanidad, un asunto por el que «peleó muchísimo» con el Sergas.
Fuente: La Voz de Galicia