El Diario El Mundo muestra un reportaje en su edición impresa del pasado martes día doce de diciembre en el que muestra una radiografía de la hemodiálisis en España y en el que participa la Federación Nacional de Asociaciones ALCER

LA ENFERMEDAD RENAL CRÓNICA, CADA VEZ MÁS COMÚN SEGÚN ENVEJECE LA POBLACIÓN

Casi 27.000 españoles sufren los estragos de la insuficiencia renal crónica que les obliga a someterse a un tratamiento vital casi a diario. La hemodiálisis sustituye la función de ‘filtrado’ de los órganos enfermos, pero la dispersión de los centros y los trayectos engorrosos lo dificultan todo. “Hay quejas desde todo el país”

SÓLO LA PANDEMIA HIZO BAJAR LA PREVALENCIA DE ESTA ENFERMEDAD

RECORRER RUTAS KILOMÉTRICAS PARA LIMPIAR LO QUE EL RIÑÓN NO PUEDE

Virgilio vive en Yeste, Albacete. Tiene 56 años, y desde hace 26 necesita dializarse tres veces por semana.

Fue trasplantado de un riñón, pero a los 15 años de la intervención le falló, y ahora la hemodiálisis es su única opción.

La ambulancia lo recoge en su pueblo y, tras una hora y 45 minutos, llega junto a sus compañeros de ‘oficio’ al centro concertado de Albacete capital. «La ruta es irregular. No solo nos desplazamos a otros pueblos de la zona para recoger a otros pacientes de diálisis, sino también a quienes requieren otro servicio como rehabilitación», aclara. Una vez allí, se conecta a la máquina que durante tres horas le filtrará y le limpiará su sangre. Cuando termina, algo mareado a veces, espera a la ambulancia. Dos horas después, «con suerte de que no se retrase en recogerlos», entra sobre las once de la noche a su casa para poder cenar y recuperarse.

Un día sí, un día no, Virgilio emplea casi cuatro horas en desplazarse a su centro de diálisis. Su pueblo está en la Sierra del Segura y, debido a la orografía, en cada trayecto recorre como mínimo 120 kilómetros por carreteras repletas de curvas -sin contar con los desvíos para recoger a otros pacientes.

EL MUNDO ha analizado la red de hospitales y centros de diálisis concertados, calculando la distancia en línea recta a cada municipio, y teniendo en cuenta los límites autonómicos.

Varios son los puntos negros en España, donde se tienen que recorrer 50 kilómetros o más para dializarse.

Unos 400 puntos componen el mapa para responder a las necesidades de los casi 27.000 españoles que necesitan hemodiálisis. Técnica que consiste en eliminar artificialmente las sustancias nocivas o tóxicas de la sangre, que el riñón por su afectación no logra.

Tras pasar entre tres y cinco horas conectados a una máquina, muchos pacientes se sienten mareados y debilitados, por lo que volver a casa sin ayuda puede ser imposible para muchos. «Salimos como borrachos», explica un usuario a la salida de un centro de Badajoz. A esto se le suman las largas rutas por diferentes pueblos para recoger a otros compañeros de diálisis o de otras patologías.

En el centro concertado de la capital pacense, una docena de personas espera junto a una pared. La mayoría son hombres de edad avanzada que aguardan de pie, en silla de ruedas o, incluso, en camillas. Todos ellos acaban de dializarse y necesitan que una ambulancia de servicio no urgente los lleve de vuelta a casa. Llevan más de seis horas fuera de sus hogares.

«Me siento totalmente olvidado».

Ayer me tiré dos horas en un banco esperando a que viniera una ambulancia, y a veces no te cogen ni el teléfono», sentencia Adrián Pardo, de Olivenza. «Y las rutas son irregulares, es un mareo», añade Francisco Molina. «Estoy harto de protestar», concluye Antonio Carapeto, de Oliva de la Frontera».

El caso de Badajoz no es único. Otras provincias en estado ‘crítico’ son Ciudad Real, Cuenca, Huesca, Zaragoza o Ourense. Todas ellas cuentan con municipios con más de 10.000 habitantes donde los enfermos renales deben recorrer más de 50 kilómetros para llegar a un centro de diálisis.

En general, los pacientes deben tratarse dentro de su comunidad autónoma, aunque tengan otro punto más cercano. Algunas autonomías mantienen un acuerdo con las comnidades colindantes para la derivación de pacientes, debido a la incapacidad de ofrecer un servicio más cómodo en su propio territorio. De ello puede aprovecharse Gregorio Rodríguez, que con un cáncer superado va a realizarse la diálisis dos veces a la semana. Durante cinco meses estuvo haciendo un recorrido de más de 200 kilómetros desde Nerpio a Albacete. Sin embargo, logró que lo cambiaran a un centro de Murcia y ahora ha pasado de estar más de dos horas en la carretera, a apenas una.

En el caso de la comunidad murciana, estos convenios se acuerdan de forma puntual, mientras que Navarra, por ejemplo, mantiene concierto permanente para recibir a pacientes procedentes de La Rioja, Aragón y País Vasco, o Huesca con Lleida, según ha podido confirmar este medio a través de las consejerías. En cuanto a otras comunidades se desconoce esta información por su silencio ante las peticiones.

Este análisis ha mencionado tan solo algunas de las zonas más críticas, pero la situación se extiende a lo largo de todo el país. «Hay quejas desde toda España», afirma Daniel Gallego, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades de Riñón (ALCER).

«El sistema está fatal… Hay rutas demenciales que hacen perder muchísimo tiempo y debería haber transporte sanitario específico para diálisis. Son tres veces por semana el resto de tu vida, no es lo mismo que un paciente que va a rehabilitación tres meses», acentúa el presidente de la Federación.

«Uno no se da cuenta de lo importante que es la libertad de poder ir a donde quiere hasta que no entra en diálisis», explica Patricia de Sequera, jefa de Nefrología del Hospital Infanta Leonor de Madrid y expresidenta de la Asociación Española de Nefrología (SEN), mientras no duda en mostrar la admiración que siente hacia sus pacientes. De Sequera tiene claro que «el trasplante es sin duda alguna la mejor opción». Sin embargo, no todos están en condiciones para someterse a esa intervención quirúrgica. Sin trasplante, la diálisis es la única solución para muchos. Puede realizarse a través de dos técnicas: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal.

La hemodiálisis es la más empleada, con casi 27.000 pacientes en España. Se suele llevar a cabo en el hospital o en centros de diálisis. También se puede hacer en casa, pero a la domiciliaria tan solo acceden 500 personas, según los datos proporcionados por ALCER.

De la diálisis peritoneal se benefician hoy unas 3.200 personas. De Sequera explica que al paciente se le coloca «un catéter en el abdomen y se va introduciendo un líquido que se queda unas horas en el peritoneo, una membrana en la que hay muchos capilares y en la que por mecanismos de difusión se saca lo que no es capaz de eliminar el riñón». Su uso está más extendido entre jóvenes y niños, ya que ofrece «la ventaja de mantener tu vida laboral, familiar, de pareja, aunque se puede emplear en cualquier paciente», puesto que lo más común es realizarla en casa. La doctora, que no duda en recomendarla siempre que sea posible, subraya que, además de la comodidad, «el paciente frecuenta mucho menos al hospital, ingresa menos y es más económica para el sistema sanitario público». Tanto la formación necesaria para practicar estos tratamientos en el domicilio, como la maquinaria necesaria goza de la cobertura de la Cartera de Servicio de Sanidad. Sin embargo, muchos de ellos no la eligen por el posible aumento en su factura de luz y agua, puesto que no todas las autonomías ofrecen ayudas para ello. Además, muchos pacientes no se ven capaces de hacerlo, como Virgilio.

La mayoría de los usuarios de diálisis no trabaja por la dificultad de compatibilizar la terapia con un empleo. Viajar tampoco está exento de dificultades: pueden solicitar dializarse en otra comunidad, pero no es un trámite simple. Daniel Gallego explica que muchas personas en España acuden a las mismas ciudades en verano, lo que complica la aprobación por no haber capacidad en los centros de destino.

«Necesitas meses de antelación. No solo tienes que reservar el hotel o los billetes de avión, como todo el mundo, sino que también te tienen que aceptar el tratamiento en otro sitio».

La diálisis salva miles de vidas, pero pacientes y sanitarios señalan tres aspectos clave que ayudarían a mejorar la calidad de vida de los enfermos: su implantación en más centros, para disminuir las distancias; la exclusividad de un servicio único de transporte para pacientes con diálisis que evite rutas tan largas; y el fomento de la técnica domiciliaria.

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