Desde el Hospital 12 de Octubre, el mítico presentador de ‘Saber Vivir’ resta importancia a la edad. «Hoy la sociedad es más longeva», asegura el coordinador de trasplantes Mario Chico
Tiene 83 años y desde hace tres años espera un sustituto para unos riñones que fallan. La edad no es para él una barrera. «Mi nefrólogo me preguntó que para qué quería ponerme a esperar un trasplante para lo que iba a vivir, ¿nueve años más?», cuenta Manuel Torreiglesias, decidido a esperar un órgano que supla las más de tres horas y media que dedica tres días a la semana a la diálisis. El mítico periodista del espacio televisivo Saber Vivir no cree que haya una barrera en cuanto a la idoneidad o no ante un trasplante.
«Debemos de empezar a hablar de donantes de edad avanzada, no solo para los candidatos de esa franja de edad, sino para todos», explica Mario Chico Fernández, coordinador de Trasplantes en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. «En la sociedad actual, cada vez más longeva, debemos buscar fórmulas que den salud y calidad a todos los pacientes», subraya. Hoy es el día nacional del Donante de órganos y Tejidos y resulta clave «hacer consciente a todos de la necesidad de que haya más donantes», apunta María Orejana, enfermera coordinadora de Trasplantes del centro madrileño.
Por ello, el hospital reúne para EL MUNDO distintos puntos de vista que aporten una visión global al complejo proceso de los trasplantes. «En los últimos años se han dado cambios que permiten una mayor diversidad en la donación y eso favorece que a un mayor número de receptores», cuenta Chico.
Sergio Cobos de 43 años da gracias a quien decidiera hace casi 14 años que los órganos de su familiar tuvieran una nueva vida. «Tuve suerte», dice. A pesar de un primer intento en el que el riñón candidato se frustró, «se dio otra segunda oportunidad». Por eso «hoy vivo para los demás, porque es una forma de agradecer que estoy». Sergio mantiene un gran vínculo con asociaciones de pacientes, ha conseguido que el Vaticano nombre patrona del trasplantado a la Virgen de la Paloma y «he cuidado mucho del órgano y me ha servido para ser deportista profesional».
Mientras Manuel piensa en poder optar a un trasplante, sus compañeros de viaje en la ambulancia que le lleva desde su casa a la Fundación Jiménez Díaz «no quieren hablar del tema, ellos prefieren la diálisis». Cobos le dice que tampoco es para tanto la intervención y Torreiglesias contesta: «Si hay esta posibilidad, ¿por qué no?». Y espeta: «La diálisis es un coñazo».