Son científicos que lidian no con lo infinito, sino con lo infinitesimal. La nanotecnología está permitiendo a la medicina regenerativa alcanzar su sueño: crear órganos humanos a medida a partir de las propias células madre del paciente que necesite un trasplante. Te lo contamos.

La donación clásica de órganos puede ser algo del pasado. A eso aspira Alexander Seifalian, un doctor Frankenstein moderno que lleva años empeñado en revolucionar la medicina regenerativa a golpe de bioingeniería y nanotecnología. Su centro de operaciones se sitúa en un pequeño y modesto laboratorio del Hospital Royal Free de Hampstead, al norte de Londres, Inglaterra, donde es profesor de Nanotecnología y Medicina Regenerativa en la División de Cirugía y Ciencias Intervencionistas de la University College London (UCL). «Es como una tienda de repuestos de partes del cuerpo humano», suele bromear. No obstante, en los vasos de precipitados se aprecian –entre fluidos viscosos– orejas, tramos de arterias, válvulas cardiacas, un conducto lagrimal o una tráquea. Todo sintético.

Este último ‘bioingenio’ lo catapultó a la fama cuando él y su equipo participaron en el primer trasplante del mundo de una tráquea artificial que integra células madre. Su creación era una réplica de la del paciente, un eritreo de 36 años con un tumor en la garganta que se propagaba hacia sus pulmones.

Algún día quizá no habrá ya esperas para trasplantes. Y, al emplearse células del paciente, tampoco problemas de rechazo

Utilizando imágenes 3D de la tomografía de tórax que les mandaron desde el Hospital Universitario del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia –donde estaba ingresado el paciente–, su equipo del Departamento de Nanotecnología y Medicina Regenerativa creó un molde en vidrio de la tráquea y de los dos bronquios. Después, lo rellenó con el polímero líquido que han inventado y, al solidificarse, obtuvieron la réplica.

Luego la ‘regaron’ con las células madre, así llamadas por su capacidad de diferenciarse entre los 200 tipos celulares del organismo y, en teoría, de ayudar a reparar y regenerar cualquier tejido dañado. En este caso, las extraen de la médula ósea del paciente y las aplican a la pieza durante dos días, tras los cuales los millones de huecos en el tubo poroso son sembrados con nuevo tejido. Es decir, las células logran dividirse y crecer sobre este polímero convirtiendo la tráquea artificial en un órgano casi indistinguible de uno normal y sano.

Tras aquel revolucionario trasplante, realizado el 9 de julio de 2011 en el centro sueco, el paciente evolucionó favorablemente. «Para confirmar el éxito de estos implantes deben ser probados en más pacientes en ensayos clínicos», dijo ya entonces el propio Seifalian, de origen iraní, que desde entonces recibió varios encargos adicionales de estas tráqueas sintéticas. Puede crearlas en cuestión de días, tras haber establecido el protocolo de fabricación y conocer mejor el comportamiento del ‘biomaterial’ con el que trabajan, cuya composición exacta es un secreto muy bien guardado.

No obstante, la UCL gastó de inicio más de 125.000 euros en las patentes de los nanomateriales desarrollados en este laboratorio, aunque el polímero es bastante barato de producir. Con 60 euros se pueden generar dos tráqueas. Una de las grandes ventajas de esta técnica, a la vanguardia científica mundial, radica en que, al utilizarse como ingredientes las propias células del paciente, se evitan los clásicos problemas del rechazo inmune del paciente trasplantado hacia el órgano recibido de otra persona. Además, cuando este método se perfeccione, eliminaría el problema de la disponibilidad de órganos y evitaría los tiempos de espera hasta encontrar un posible donante. Por no hablar de cómo podría cambiar la vida a miles de personas que sufren cualquier tipo de mutilación en la cara.

Fuente: El Correo