La Enfermedad Renal Crónica (ERC) se ha convertido en uno de los mayores desafíos sanitarios en España, no solo por su alta prevalencia sino también por su impacto ambiental. Un reciente informe ha puesto de manifiesto la necesidad de transformar las vías de atención de esta enfermedad para reducir su huella de carbono y avanzar hacia un sistema sanitario más sostenible.
El Impacto ambiental de la ERC
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99% de las personas respiran aire contaminado y aproximadamente 7 millones de personas fallecen anualmente a causa de enfermedades relacionadas con la contaminación. En este contexto, la ERC supone un problema doble: afecta gravemente la calidad de vida de los pacientes y contribuye significativamente a la crisis climática.
Los tratamientos avanzados para la ERC, como la hemodiálisis en centros hospitalarios, requieren un alto consumo de energía y agua, el uso masivo de materiales desechables y constantes desplazamientos de los pacientes, lo que incrementa la huella de carbono. La necesidad de repensar estos procesos es crucial para reducir el impacto ambiental de la atención sanitaria.
Un nuevo enfoque para un sistema sanitario sostenible
El informe destaca la importancia de estrategias como la prevención, el diagnóstico temprano y la adopción de tratamientos menos intensivos en términos de impacto ambiental, como la diálisis peritoneal y el trasplante renal. Estas alternativas no solo mejoran la calidad de vida de los pacientes, sino que también minimizan la generación de residuos y el consumo energético.
Para lograr un sistema más sostenible, es fundamental la colaboración entre todos los actores del sector sanitario, desde hospitales hasta asociaciones de pacientes y administraciones públicas. La implementación de prácticas sostenibles en la atención a la ERC no solo contribuiría a la descarbonización del sector, sino que también aseguraría un mejor bienestar para los pacientes.
La situación de la ERC en España
La ERC se caracteriza por ser una enfermedad silenciosa en sus primeras etapas, lo que dificulta su diagnóstico temprano. En España, se estima que 1 de cada 7 personas puede estar afectada por esta patología, y las previsiones para el presente siglo son preocupantes: se espera que para 2100 hasta el 25% de la población española sufra de ERC.
El crecimiento de factores de riesgo como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y la obesidad agravan esta situación. Además, el número de pacientes que requieren Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS) ha aumentado en un 35,7% entre 2010 y 2020, lo que representa una presión creciente sobre el sistema sanitario y el medio ambiente.
El sector sanitario como agente de cambio
El informe resalta el papel clave del sector sanitario en la lucha contra el cambio climático. Actualmente, se estima que el 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen del ámbito sanitario. La Sustainable Markets Initiative Health Systems Task Force ha identificado que el 45% de estas emisiones están relacionadas con la forma en que se atienden y tratan las enfermedades, lo que representa una oportunidad para repensar y optimizar los procesos de atención médica.
Para la elaboración del informe, se han analizado diversas fuentes científicas y se ha contado con la participación de expertos del Hospital Universitario de La Paz (Madrid) y el Hospital Universitario Son Espases (Palma de Mallorca), así como representantes de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) y de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (ALCER).
El objetivo de esta investigación es validar metodologías y resultados para identificar buenas prácticas y desarrollar recomendaciones aplicables en otros centros sanitarios, con la meta de reducir la huella de carbono sin comprometer la calidad del tratamiento y la atención a los pacientes.
La descarbonización de las vías de atención de la ERC es un reto crucial para la sanidad española. Adoptar medidas sostenibles no solo contribuirá a la reducción de la huella ambiental del sector sanitario, sino que también mejorará la calidad de vida de los pacientes. La transición hacia un sistema sanitario más ecológico es posible y necesaria, y requiere del compromiso conjunto de profesionales de la salud, instituciones y sociedad en general.