La fibrosis quística de Xavi Caballero se cebó con sus pulmones. Diagnosticado con dos meses, la enfermedad hereditaria, que se caracteriza por un problema de las glándulas mucosas que daña los pulmones, el páncreas y el tubo digestivo, entre otros órganos, ha condicionado sus 37 años de vida. Hasta el 5 de agosto de 2018. Una llamada del hospital Vall d’Hebron de Barcelona a mediodía le interrumpió la comida y le cambió la vida: había un órgano para él.  «Desde que tengo uso de razón, me ahogaba. Con 11 años, jugaba al fútbol y me ahogaba. Era una vida de ahogos. El trasplante ha cambiado mi vida«, explica. Desde su intervención, Xavi ha pasado a engrosar el contador de éxito del sistema nacional de trasplantes. España ha revalidado, por vigésimo octavo año consecutivo, su liderazgo mundial en trasplantes (5.449 intervenciones) y en donaciones, con 48,9 donantes por millón de habitantes.

Xavi llevaba 15 meses en lista de espera. Lo llamaron dos veces antes de la vencida, pero el órgano, finalmente, no era compatible. Seguía esperando, atado a una máquina de oxígeno. «Cuando ves que no te llaman, te acostumbras y lo vas normalizando. Tienes que seguir con tu vida», admite. Ese 7 de agosto, tras la llamada, dejó la comida por hacer y se fue corriendo al hospital desde su casa de Sant Pere de Ribes, un municipio a 40 kilómetros al sur de Barcelona —los pacientes en lista de espera tienen que estar a menos de dos horas del hospital que coordina su trasplante—. «Tenía la corazonada de que ese día sería para mí. Cuando me pusieron las pantuflas, el gorro y el pijama supe que el trasplante iba para adelante», explica. Los médicos no confirman la intervención hasta los últimos momentos, cuando tienen la evidencia, tras la extracción, de que el órgano es compatible.

La donación de órganos ha crecido cerca de un 40% en los últimos seis años. Aunque han caído los donantes por accidentes de tráfico (apenas un 4,4%), sigue al alza la donación en asistolia (por parada cardíaca) y ya supone un tercio del total. Los donantes por muerte encefálica siguen siendo mayoría. «Seguimos creciendo en donantes pese a estar en un entorno que no es favorable a la donación porque, por suerte, han descendido los tráficos y los accidentes cerebrovasculares», apunta Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

El perfil de los donantes ha cambiado: de gente joven fallecida en accidente de tráfico a personas de edad avanzada que mueren por causas naturales, habitualmente accidentes cerebrovasculares. De hecho, el 30% de los donantes tenía más de 70 años. 

Para mejorar aún más las tasas de donación, la ONT ha puesto en marcha el Plan 50×22, para alcanzar los 50 donantes por millón de personas en 2022. «Casi lo conseguimos con dos años de antelación», apostilla Domínguez-Gil. Entre las medidas para lograr este reto, la ONT apuesta por fomentar la cooperación entre los servicios de UCI y Urgencias para detectar más donantes y reforzar la donación en asistolia. «Empezamos en 2009 con la asistolia, pero es una técnica más compleja porque, con la parada cardíaca, los órganos quedan sin flujo sanguíneo y, hasta que se extraen, pueden perder su viabilidad. Queremos fomentar la donación en asistolia [ahora lo hacen 121 de los 185 centros autorizados para coordinar donaciones] y transformarla en una donación multiorgánica. Ahora estamos desarrollando técnicas de preservación de órganos, con máquinas de circulación extracorpórea, que ya nos están copiando otros países», señala Domínguez-Gil.

La otra gran baza del Plan 50×22 es incorporar a la sanidad privada en el circuito de la donación —que no el trasplante— bajo la supervisión del Sistema Nacional de Salud. «El interés es evidente. Hemos firmado un convenio con la patronal de la privada para desarrollar un protocolo y una estrategia de implantación. Creemos que en cuatro o cinco años se podrían incorporar todos los centros con potencialidad de donación y nuestras previsiones apuntan a que, con ellos, podría crecer la donación un 10%», agrega la directora de la ONT. 

El resultado de los 2.301 donantes registrados el año pasado se ha traducido en 5.449 trasplantes (una tasa de 116 por millón de personas, la más alta del mundo). Los trasplantes renales (3.423) y los pulmonares (419), como el de Xavi, han vuelto a alcanzar máximos históricos. También se han realizado 1.227 hepáticos, 300 cardíacos, 76 de páncreas  y cuatro de intestino.


España revalida su liderazgo mundial con cerca de 5.500 intervenciones y una tasa de 48,9 donantes por millón de habitantes en 2019


EL RETO DE HACER SOSTENIBLE UN MODELO DE ÉXITO

La directora de la ONT, Beatriz Domínguez-Gil, asegura que, pese a los buenos resultados durante 28 años, «siempre hay margen de mejora». El gran reto, admite, es la sostenibilidad de este sistema de éxito. «El sistema ha crecido mucho, pero los trabajadores y las unidades de donación y trasplante no han crecido. Si queremos seguir aumentando las tasas, es importante adecuar los recursos humanos y los equipos a la realidad que tenemos. La  carga asistencial es brutal», admite.

Domínguez-Gil reclama «más personal» dedicado a los trasplantes y un plan de retención del talento. «Este incremento de actividad mantiene al sistema en tensión y es importante reforzarlo. Necesitamos atracción y retener más profesionales», agrega.

Fuente: Diario El País