El 2020 fue un año complicado, en general, marcado por el coronavirus. Pero hay que recordar que existen más enfermedades que ponen en jaque las vidas y que, literalmente, cuestan un riñón.
En este último año se efectuaron 141 trasplantes de este tipo en Galicia. En muchos casos, la posibilidad de prolongar la existencia depende personas desconocidas, como le sucedió a Alfredo Saborido.
El vecino de Bertamiráns (Ames) fue diagnosticado de una enfermedad renal crónica y desde los 25 años convive con un órgano ajeno, de cuyo anterior dueño solo conoce su sexo y la causa del fallecimiento. Hoy, con 40, su testimonio sirve para reclutar más donantes anónimos a través de la asociación para la lucha contra las enfermedades de riñón Alcer Coruña, donde desempeña las funciones de coordinador y trabajador social.
Alfredo explica que, como él, otros voluntarios participan en sus campañas de sensibilización, que continúan de forma telemática para llegar a distintos grupos sociales: «Nas sesións con escolares falamos tanto do transplante como do tratamento de diálise, para que acaben palpando a realidade e vexan como é o día a día desta enfermidade».
Este mismo mes, él participaba en una charla para una treintena de alumnos de sexto de primaria del colegio santiagués de San Jorge, guiada por María Olivares, trabajadora social de la delegación de Alcer en Santiago.
Y, unos días después, ambos abordaron el tema de la donación de órganos con alumnado de la Facultade de Enfermaría, que se involucró en varios vídeos con motivo del Día Mundial del Riñón sobre cómo medirse la tensión arterial y la glucosa para personas diabéticas.
Alfredo indica que hay cinco veces más necesidades de donaciones de las que se realizan. Defiende, por tanto, que el gran reto es llegar a todo el mundo y «que estas conversas cheguen ás barras dos bares… Falar de doazón implica falar de morte, pero é de forma positiva, porque supón dar vida unha vez que abandonas este mundo, o cal non deixa de ser un alivio. Falamos moito dos bens materiais na nosa vida, pero moi pouco do noso corpo e a quen llo imos deixar; e esta é unha vontade que se pode deixar manifesta a través dun carné doante, que non ten vinculación legal pero si expresa os teus desexos, ou do documento de instrucións previas que fan nos hospitais e é un trámite sinxelo a nivel burocrático para que a túa vontade quede anexa á historia clínica. Ábrese cando chega o momento necesario para tomar unha decisión, sen que recaia sobre a familia».
Desde la propia experiencia, asegura que la enfermedad renal crónica es «tremendamente silenciosa e irrompe de forma moi abrupta, poñendo patas arriba o proxecto de vida. Ademais da parte clínica, hai unha afectación social, laboral, académica… Cando tes diálise tres días á semana, durante catro horas, iso require dunha organización e dun acompañamento social e das equipas sanitarias; e aí entra en acción Alcer, que presta atención psicosocial e apoio para mellorar a calidade de vida das persoas enfermas».
Tras pasar los últimos años dando difusión a la enfermedad renal en todas las plazas posibles, señala el trabajador social de Alcer Coruña que entre los tópicos más extendidos entre los adultos existe un miedo a no estar realmente muerto cuando se decide donar órganos al fallecer: «Ao final, os medos están moi relacionados coa falta de información e con certa relixiosidade da morte en Galicia».
Alfredo Saborido, vecino de Ames, recibió un trasplante hace 16 años y hoy su testimonio sirve a Alcer para reclutar donantes
Fuente: La voz de Galicia