Alcer ayudó el pasado año a 17 personas con una dolencia crónica a paliar la pérdida de recursos económicos derivada de no poder compaginar el trabajo y el tratamiento
Manuela tiene 62 años y hace seis que descubrió que tenía una enfermedad renal crónica. Con el diagnóstico llegó también la indicación de que debía someterse al tratamiento de hemodiálisis hasta que apareciese la posibilidad de un trasplante. «Yo siempre trabajé, toda la vida, limpiando en casas, pero antes no te aseguraban. Cuando miré lo de la baja, me daban cien euros. Y con eso es imposible salir adelante. Así que busqué otro empleo, gracias a la intermediación de la asociación Alcer, con una empresa de limpieza y seguí trabajando», narra. Fue una etapa dura. «Hay días que sales de diálisis molida, muy malita y mareada. Lo que te apetece es meterte en cama y pasar allí todo el día, pero yo siempre fui bastante fuerte y como en casa hacía falta el dinero, tiré y me sacrifiqué. Si tienes que trabajar da igual que estés malita; hay que comer y salir adelante. No hay más», añade esta ourensana que es una de las 17 personas que durante el último año han recibido el apoyo del programa de emergencia social de la asociación Alcer Ourense. Se trata de cheques de compra para que las personas afectadas por enfermedades del riñón con pocos recursos puedan cubrir algunas necesidades básicas y paliar la pérdida de ingresos económicos que a menudo se produce a raíz de la enfermedad. En la entidad recuerdan que son muchos los que no pueden compaginar el tratamiento con el mantenimiento de una vida laboral completa. «Yo estaba tres horas enganchada a la máquina, más media hora para que me parase de sangrar la fístula, cada vez que iba al hospital que era tres días por semana», relata Manuela. Hoy ya no tiene esa dependencia porque hace menos de un año recibió un trasplante.
Este proyecto de emergencia social forma parte del Plan de Prioridades de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe) que financia la Fundación ONCE. Según explica la trabajadora social de Alcer, Ana Salgado, que estos enfermos tengan al menos cubiertas algunas necesidades básicas es una herramienta fundamental para poder avanzar en el plan de atención individual que se diseña para cada persona con el objetivo de que vuelva a conseguir una autonomía plena y mejorar su calidad de vida.
«Puede parecer que 20 euros no son mucho pero para mí supone poder comprar la leche del mes y algo de aceite. Realmente es una ayuda muy de agradecer cuando estás en unas circunstancias como la mía», matiza Manuela. A esta ourensana le gustaría que el sistema tuviese más en cuenta a los pacientes cuya ocupación es principalmente física. «Quizá haya empleos menos exigentes físicamente en los que sea más fácil y puedas responder con lo que tienes que hacer aunque pierdas unas horas para ir al tratamiento, pero desde luego en otros es muy, muy duro sacar la tarea adelante. Y hay personas como yo, que si te pagan el 65 %, no te da para vivir», comenta.
Fuente: www.lavozdegalicia.es