La presidenta de Alcer celebra su primer año con el riñón explantado de su mejor amiga

La pontevedresa Nuria Cruz Ramos es la presidenta de la Asociación para la lucha contra las enfermedades del riñón, Alcer, desde hace cinco años y ha sido trasplantada en dos ocasiones de este órgano. De la última acaba de cumplir su primer aniversario. Podría ser una fecha como la de cualquier otra persona trasplantada, pero en su caso tiene algo mucho más especial: se trata del riñón que le cedió una de sus mejores amigas.

–Dos trasplantes. ¿Qué pasó con el primero de los riñones? ¿Por qué no salió adelante?

–El primer me falló a los cinco años del trasplante. No saben el porqué. Hicieron pruebas pero no encontraron una razón lógica.

–Era el riñón procedente de una persona fallecida.

–Sí. Ahora tengo otro, con el que ya he cumplido un año y un mes, y que fue donado por una amiga. Hicimos pruebas porque mi familia directa no podía ser, ya que se trataba de una enfermedad genética y no aconsejaban que ellos me donasen, y mi marido no puede donar. Yo lo conté a mi entorno y mi amiga lo primero que me preguntó fue “¿Qué tenemos que hacer para donártelo?”. Primero se hizo las pruebas un amigo, pero yo tenía muchos anticuerpos ante él, después se las hizo ella y ahí yo tenía muchos menos.

–¿Anticuerpos?

–Sí, normalmente el cuerpo de los trasplantados crea anticuerpos porque es una consecuencia de las transfusiones de sangre, entre otras cosas. Yo tenía muchos y eso suponía un rechazo seguro.

–¿Cómo se solucionó el problema entonces?

–El Complexo Hospitalario de A Coruña es el único de España que hace tratamiento para los anticuerpos, para bajarlos.

–¿Es agresivo ese tratamiento?

–Me lo pusieron seis días continuados. Para que se entienda fácilmente, tendría un efecto similar al de la quimioterapia, en el sentido de que arrasa con todo.

–Y así salió adelante el trasplante con el riñón de su amiga. ¿A cuándo se remontaba esa amistad para que ella tomase una decisión de tanta envergadura?

–Merce y yo nos conocíamos desde los 15 o 16 años. Yo tengo ahora 50.

–Más que una amiga parece una hermana…

–Sí, yo soy privilegiada. Siempre lo digo, que yo para contar a mis amigos no me sobran dedos de la mano, me faltan. Son muy buenos amigos, como familia. Ahora Merce es parte de mí y yo soy parte de ella.

–En el momento en que Merce le dice que se lo dona, ¿no siente miedo de que se pueda volver a dar el rechazo? Esa responsabilidad…

–Muchísimo miedo. No se lo conté prácticamente a nadie. De hecho, hubo momentos en los que pensé echarme atrás. Un día, hablando con la psicóloga de la asociación le dije que igual necesitaba hablar con ella de este tema y mantuvimos una charla como compañeras. Al final decidí que no me podía echar atrás, que ya estaba todo en marcha. Sabía que además no me iban a dejar. Fue muy difícil, porque es muy diferente.

–Le habrá tranquilizado ver que ella ahora, un año después, se encuentra bien…

–Sí, ella es una persona que se cuida, pero ya lo hacía antes. Lleva una vida completamente normal. Va a trabajar, va a su gimnasio, sale de cena, si un día se tiene que tomar un vino con unos amigos se lo toma… Es la vida que deberíamos llevar todos: comida saludable, ejercicio físico, no fumar…

–¿Y usted? ¿Cómo se encuentra?

–Yo lo llevo de maravilla. Tardé unos meses, porque aunque yo no me daba cuenta mi cabeza no estaba como tenía que estar hasta que a ella la vi cien por cien. En cuanto vi que ella estaba perfectamente, recuperé. Mi hermana, de hecho, me dijo hace tres o cuatro días: “En este trasplante te noté diferencia con el otro. En este te encuentro como que tu felicidad, tu manera de hacer las cosas, el físico… fueron arriba”.

–Entre ambos trasplantes, el fallido y este, habrá tenido que hacer uso de la diálisis…

–Sí, estuve recibiéndola casi dos años. Además, se retrasaron un poco las pruebas.

–¿Ahora toma medicación?

–Sí, tomo los inmunosupresores, que son para toda la vida. No se pueden dejar. Aún estos días están saliendo informaciones de personas que se confían y los dejan y están surgiendo rechazos por esa falta de adherencia a la medicación.

–¿Cuánto puede durar de media un riñón trasplantado?

–El otro día conocí a una persona que lleva 40 años. No es lo habitual, pero sí que duran. Conozco a personas que llevan 17 años, 19 años, 29 años… Cada vez duran más porque los tratamientos son mucho mejores.

–¿Cuál es su mensaje para animar a que la gente se haga donante de órganos?

–Porque continúa la vida. Se le da vida y calidad de vida a otra persona. La tarjeta de donante está muy bien hacerla, pero hay que hablarlo con la familia, para que no haya negativa después por parte de esta. Hablarlo o hacer el testamento vital, las últimas voluntades.

Fuente:www.farodevigo.es

Foto: Adrián Irago