Emilio y Ana Garrido Saez nacieron con una patología de riñón que les ha llevado a ser trasplantados cuatro y dos veces, respectivamente, pero eso nos les ha frenado la vida. “Nuestros padres no nos han criado como a personas enfermas”
En casa de los Garrido-Saez suman seis riñones trasplantados, dos receptores y un donante. Dos de los tres hermanos de esta familia de Tudela tienen una enfermedad de riñón que les ha llevado a recibir un trasplante en varias ocasiones a lo largo de su vida. En el caso de Ana, han sido dos; en el de Emilio, cuatro. “Seré una de las personas más trasplantadas de España”, asume con buen humor. Si en algo coinciden los dos es que “hay que vivir y se puede vivir” más allá de la enfermedad, de la diálisis y de todas las complicaciones de las intervenciones. También en que gran parte de la culpa de este espíritu que transmiten es de los valores recibidos en casa desde niños. “Nunca nos han sobreprotegido ni tratado como a enfermos”, concuerdan.
Emilio, que es el director de la planta de residuos que Aspace tiene en Aoiz y también el presidente de la Orden del Volatín de Tudela, es el hermano mayor. A la familia le costó saber qué le pasaba cuando era un niño. “Vomitaba y tenía muchos síntomas, pero tardaron mucho tiempo en determinar que lo que lo estaba desencadenando era la sal de los alimentos. Para cuando me la retiraron ya tenía la mitad de los riñones calcificados”, recuerda. Con Ana, unos años menor, el diagnóstico fue inmediato. “Cuando comenzó con los síntomas ya sabíamos qué era”.
Emilio estuvo hasta los 18 años cuidando mucho su alimentación y su estilo de vida. “Pero al final tuve que entrar en diálisis. Era el año 86”. Eso no le impidió marcharse a Pamplona a estudiar Biología en la Universidad de Navarra. “Y en el 88 me hicieron el primer trasplante en la Clínica Universitaria. Sólo me duró 3 años, lo justo para acabar la carrera. Así que volví a diálisis”. Se marchó a trabajar a Bilbao y, allí, en el 94 le hicieron el segundo trasplante. “Pero fue poner y quitar. Lo destrocé en 15 días porque cuando tú ya has tenido un riñón, de alguna manera te vacunas contra los riñones con las mismas características. Y yo reaccioné muy fuerte”. Vuelta a diálisis, hasta el 96. “Y en el 97 me trasplantaron en la Fundación Puigvert de Barcelona”. Fue en ese tiempo cuando llegó a ir a los campeonatos del mundo de esquí para trasplantados. “Soy una persona hiperactiva”, admite.
Ese tercer riñón duró 10 años y, cuando comenzó a fallar, recurrir a otro órgano de cadáver ya no era viable. “Además la Fundación Puigvert era pionera en trasplante de vivo, así que empezamos a buscar la posibilidad con algún familiar”. Las pruebas demostraron que el candidato más viable era su padre. “Suele decir que le he costado un riñón, literalmente”.
SABER DAR Y SABER RECIBIR
Recibir un órgano de un donante vivo es un salvavidas, pero también un compromiso . Así lo vive Emilio. “El agradecimiento a mi padre se da por supuesto y es eterno, pero lo que más siento es la responsabilidad de cuidar ese riñón”, sostiene. Pocas dudas tuvo ninguno de los dos a la hora de decidirse. “En una familia como la nuestra, con tanta historia acerca de este tema, estas cosas se viven con bastante normalidad”, opina.
Ana concuerda. De padres o madres a hijos, la donación se vive como algo “natural”. “¿Qué no haríamos todos por un hijo”, se pregunta. Pero a ella la posibilidad de que fuera su marido quien le cediera el riñón la desestabilizó. “Me costó mucho asumir esa idea. Estamos acostumbrados a dar, pero no a recibir”.
Al final no hizo falta. Llegó un riñón de cadáver, procedente de Canarias. Era el 9 de febrero de 2019 y la segunda vez que Ana recibía un riñón. El primero había durado 23 años y le fue trasplantado con sólo 19, cuando estudiaba Trabajo Social. “Cuando éste dejó de funcionar, se planteó primero la posibilidad de que me lo donara mi madre, pero al final no pudo ser. Después, cuando al final me convencí de que fuera mi marido, resultó que no era compatible, pero sí podíamos hacer un trasplante cruzado: otra familia me lo donaba a mí, y mi marido lo donaba a esa otra familia”. Sólo una semana antes de marcharse a Barcelona para ello, llegó el riñón canario. “Llevo seis años con él, gracias a la generosidad de los donantes y de las familias. No sé si nunca llegan a ser conscientes de que verdaderamente están regalando vida, aunque los psicólogos dicen que la familia que dona supera mejor el duelo”.
Ana, que vive en Pamplona, lleva 29 años trasplantada. Terminó la carrera, se casó, tuvo dos hijos y ejerció su profesión, aunque ahora ya lleva unos años con una incapacidad laboral. “Pero porque tengo otras patologías”, aclara. Recibir un riñón y no depender de la diálisis “te cambia la vida”, destaca. “Aunque tener una máquina que es una alternativa marca la diferencia respecto a otros trasplantados. Las personas que necesitan un hígado, un pulmón o un corazón atraviesan esperas mucho más angustiosas”.
Reconoce que sigue sin dormir la víspera de la revisión que pasa cada 3 meses. “Vives con esa incertidumbre de qué tal estará todo, tienes que cuidarte y llevar una vida ordenada”. Tomar la medicación es una obligación diaria, aunque desde Alcer, asociación de cuya junta forma parte, detectan que la adherencia al tratamiento flojea a veces. “Observamos que hay personas que piensan que con el órgano nuevo ya están bien y no se toman la medicación. Eso conlleva muchos riesgos”.
VIDA ACTIVA Y ENTORNO SOCIAL
No hace falta ir a los campeonatos del mundo de esquí, como hizo él, pero Emilio sí recalca la importancia de llevar una vida activa. “Primero, porque hace que lo demás pase a un segundo plano. Y yo siempre he tenido muy claro que quería ser una persona normal”. Pero es que, además, estar en buena forma física es la mejor manera de llegar a un trasplante. “Cuanto más fuertes estés, mejor irá”. Aunque el cuerpo acuse la medicación y las sesiones de diálisis, “que son duras y te dejan cansado”, aboga por combatir la tentación de ir “del sofá al hospital y del hospital al sofá”. “Hay que intentar no perder la vida social y el entorno de amigos”, aconseja también.
Hay otro mensaje que no quiere dejar pasar por alto. “Navarra es una comunidad pionera y solidaria en todo lo que tiene que ver con donaciones y trasplantes, pero no podemos olvidar que, por tamaño poblacional, no nos correspondería tener una unidad de trasplantes. Tendríamos que ir a Zaragoza o a Santander”. Por eso, pide “cuidar” la que tenemos. “La Clínica mantiene ese espíritu de servicio, a la par que ellos también adquieren experiencia. Así que conservémosla y no metamos la política en estos temas”, pide.
Las asociaciones de pacientes Alcer Navarra, Atehcna y la Asociación navarra contra la fibrosis quística y la federación Cocemfe Navarra han lanzado el I Concurso de vídeos ‘Donar es dar vida’, dirigido al alumnado navarro y sus familias con el objetivo de “sensibilizar sobre la donación de órganos, el mayor gesto solidario entre personas, y para romper tabúes a través de algo tan cotidiano como grabar un vídeo breve con el móvil”.
TODOS LOS DATOS
1. El concurso premia con bici, móvil o tablet los mejores vídeos que muestren que “donar es dar vida”. En soydonantedeorganos.org/concurso-escolar, hay ejemplos del influencer navarro, Igor Morales. También se premiará al centro escolar con mayor participación.
2. El vídeo. Estará grabado con cualquier dispositivo, pensado para redes sociales y tiene que durar menos de 1 minuto.
3. Está dirigido al alumnado de 3º y 4º de la ESO, Bachillerato y FP de grado medio.
4. Los plazos: deberán enviarse antes del 18 de mayo a concurso@soydonantedeorganos.org (directamente o a través de plataformas como wetrasfer) y rellenar un formulario en la web.
Navarra sigue un año más a la cabeza en donación de órganos, si bien todavía hay pacientes que esperan un trasplante de órganos, recordó en la presentación Cristina Mondragón, presidenta de la federación de discapacidad COCEMFE Navarra y la Asociación navarra contra la Fibrosis Quística. Por ello, “sigue siendo necesario trabajar en la cultura de la donación y animar a la ciudadanía a donar sus órganos, un gesto solidario puede salvar la vida de hasta siete personas en lista de espera”.
En este sentido, Gemma de la Nava, presidenta de ALCER Navarra (Asociación para la lucha contra las enfermedades renales), resaltó la importancia de “educar en valores como la solidaridad” desde edades tempranas, cuando se van forjando los valores que nos acompañan el resto de la vida”, siendo precisamente “la donación uno de los mayores gestos solidarios entre la ciudadanía al regalar la vida a quien la está perdiendo”. Para ello, este concurso anima al alumnado de entre 14 y 17 años (3º y 4º de la ESO, Bachillerato y FP de grado medio) a grabar con cualquier dispositivo un vídeo de menos de un minuto mostrando que “donar es dar vida”.
El Coordinador de trasplantes de Navarra, José Roldán, resaltó la importancia de “sembrar la semilla de la donación” para que más adelante ninguna persona tenga duda en decir sí por la vida y sí por la donación” .
Fuente: diariodenavarra.es