Alfredo Saborido, coordinador de Alcer Coruña, asegura que los trasplantados experimentan para siempre «un duelo con alguien que no conocemos, pero que tenemos presente»
Alfredo Saborido tenía 24 años cuando comenzó a recibir diálisis. Casi la misma edad que está a punto de cumplir su riñón ‘prestado’. El coordinador del Alcer Coruña está a punto de celebrar el vigésimo aniversario de su trasplante de riñón. “Nosotros las personas trasplantadas vivimos un duelo con alguien que no conocemos, pero tenemos presente que estamos agradecidos por su decisión o la de su familia y creo que vivimos una especie de duelo por alguien que nos dio la vida y está “No es nuestra madre… Siempre creo que este proceso interno simplemente se vive y es difícil de compartir, expresar o transmitir”, explica.
Un diagnóstico repentino le hizo ingresar en tratamiento de diálisis con sólo 24 años y con gran aprensión. “Me informaron de todos los tratamientos que podía recibir y tuve la opción de optar por la diálisis peritoneal y adaptarla a mi estilo de vida actual. Hay cosas que nadie te enseña: el proceso de duelo, aceptar la enfermedad, conectar con alguien, el catéter en el abdomen o algo tan básico como no beber cuando tienes sed”. Y es que, según explica, las personas en tratamiento de diálisis tienen que adaptar el tratamiento a su vida: “Cuando te excluyen de comer y beber como al resto, te excluyen de los circuitos de socialización y seducción. Creo que las personas con un tratamiento como la diálisis viven en una continua campaña pedagógica para que el resto entienda por qué hay cosas que no haces, o en un continuo salir del armario como persona con Enfermedad renal explicando el «¿Qué te pasa?».
Sobre su proyecto de vida y su trasplante , Alfredo comenta que “no sé qué hubiera pasado si no hubiera pasado por ese día en el que me morí de miedo porque me da pánico la anestesia… Pero hubo muchas experiencias vividas gracias a alguien que quiero y no conozco: mi actual marido tiene conmigo poco más que mi riñón, después de estos 20 años he pasado del rol de cuidadora al de cuidadora (ya que no soy solo yo la que tiene el riñón). pasan los años). Necesitaría varios trasplantes para dedicarme a todo lo que amo, pero me formé como trabajadora social, además de sexóloga, y ahora he estado en proceso de hacer lo que la enfermedad detuvo (entre otras cosas), que es mi Rama artística en el mundo de la interpretación, del cine y del teatro. Yo también viajo, tengo una familia elegida de lujo… Las cuentas no me salen bien.»
En relación al aprendizaje de vida, Saborido comenta que “siempre me he preguntado respecto a ERC, ¿qué me ha aportado de positivo? A ver… Es una amiga de la que no puedo deshacerme, tengo que llevarme con ella lo mejor que pueda, aunque a menudo discutamos. “La cronicidad y tener que vivir siempre con ese amigo que no te gusta te hace reorganizar muchas cosas en tu escala de valores, en tus prioridades”.
Alfredo siempre estuvo vinculado al movimiento asociativo . “Lo cierto es que con poco más de 20 años me incorporé al Colectivo Gai de Compostela y a la Federación de Asociaciones Lgtb Aturuxo. La enfermedad renal vino a mi rescate durante mi presidencia de la CGC, cuando estaba a punto de aprobarse la Reforma del Código Civil y la aprobación del matrimonio igualitario. Sí, creo en la base social del tercer sector, en su fuerza y representación de la realidad: tenemos que votar cada cuatro años, pero creo que la acción social moviliza y es el verdadero motor del cambio. Como coordinadora y vicepresidenta de Alcer Coruña, creo que la labor de las entidades sociales no está suficientemente reconocida en el ámbito de toma de decisiones, porque tenemos un carácter fundamentalmente exigente y no somos meros prestadores de servicios”.
Desde 2013 forma parte del Consejo de Administración de Alcer Coruña y desde 2015 parte de su equipo técnico. “Cada vez hay más espacios donde las entidades tienen representación, pero no hay una realidad integral de participación activa de la representación de las personas con alguna patología. El lado negativo de estos años en la entidad es darnos cuenta de que hay que seguir luchando por nuestra representación, en los procesos de toma de decisiones. Debates eternos sobre la prostitución donde las voces de las prostitutas no son escuchadas. Bueno, en este ámbito, lo mismo. Recuerdo cuando estudié Trabajo Social que Servicios Sociales y Salud estaban dentro del mismo Ministerio y entiendo la diferenciación en políticas, pero la brecha entre lo social y la salud es como un hueco que se crea en el suelo después de un terremoto. Lo mismo ocurre con la brecha entre profesionales sanitarios y sociales. «Necesito seguir allí para lograr una concepción integral».
Foto y fuente: elidealgallego.com