Un quince por ciento de la población española padece alguna enfermedad renal (entre 4 y 5 millones de personas) y los casos más graves sólo pueden resolverse con un trasplante. «Los enfermos renales que se someten a diálisis han crecido un 40 por ciento en los últimos veinte años y van a crecer a mayor ritmo, entre el 5 y el 10 por ciento anual, en los próximos veinte años;si no se hace algo el sistema podría desbordarse», advierte César Remón, jefe de Nefrología del Hospital Puerta del Mar.
El Día del Enfermo Renal, celebrado el pasado jueves, ha supuesto una llamada de atención sobre una enfermedad silenciosa que afectará en el futuro a una de cada dos personas mayores de 75 años. El estudio Enrica-Renal sitúa la prevalencia de la Enfermedad Renal Crónica (ERC) en el 15,1%, de la población, siendo más frecuente en varones, donde llega a alcanzar el 23%, frente al 7,3% en mujeres.
La prevalencia de ERC también varía significativamente con la edad, pues esta crece hasta el 37% en personas de más de 65 años. Desde el año 2012 al 2019, el Hospital Virgen Macarena ha visto incrementada de forma progresiva la actividad de hospitalización por esta patología hasta alcanzar 1.400 nuevos pacientes el pasado año. En ese período logró, gracias a diagnósticos más precoces, reducir la mortalidad del 5 al 2 por ciento.
La responsable del Servicio de Nefrología del Hospital Virgen Macarena, Mercedes Salgueira, resalta que «la mortalidad relacionada con los ingresos por patología renal ha disminuido de forma inversa, gracias a un mejor manejo y atención más precoz».
César Remón advierte que es una enfermedad relacionada con la edad y con el aumento de la esperanza de vida. «Ahora se diagnostica se hace en estadillos muy avanzados y puede llevar con nosotros veinte años. No tiene reversibilidad», dice este experto, que añade: «Esto no se puede parar y habría que preverlo. Hacer tratamientos más eficientes porque el gasto será más creciente e insostenible económicamente».
La SEN (Sociedad Española de Nefrología) alerta de esta situación y pide prevención para reducir la incidencia de esta enfermedad. «A corto plazo hay un problema por los tratamientos sustitutivos que hay que implementar a una población añosa y mórbida; pero a largo plazo el problema es mucho más grave porque el número de personas con necesidad de diálisis va a crecer mucho en los próximos veinte años, por lo que es preciso que hagamos diagnóstico precoz y evitemos la incidencia de la hipertensión y la diabetes», asegura Remón.
Según los últimos datos oficiales, 61.760 personas están recibiendo algún tratamiento sustitutivo renal (diálisis o trasplante). De todas estas personas con Enfermedad Renal Crónica (ERC), están en hemodiálisis el 4o por ciento (24.896), y el 5 por ciento (3.098) están en diálisis peritoneal. El 55 por ciento (33.766) han recibido un trasplante.
Esta enfermedad tiene un impacto muy alto en la vida del paciente. El mejor tratamiento es el trasplante, pero menos del 20 por ciento de las personas en diálisis pueden entrar, por razones clínicas, en lista de espera para recibir un riñón. «Por tanto, el 80 por ciento restante debería conocer todas las opciones de tratamiento de diálisis que existen para mantener su calidad de vida», dice Daniel Gallego, presidente de la Asociación de Pacientes con Enfermedad Renal (Alcer).
Las dos alternativas que existen en este momento son la diálisis peritoneal, que se administra en el hogar del paciente, y la hemodiálisis que, generalmente, se administra en hospitales o centros especializados.
La diálisis peritoneal es una opción de tratamiento poco conocida que no obliga a los pacientes a ir al hospital y les permite mantener su estilo de vida.
Los pacientes llaman la atención sobre el riesgo de exclusión social al que se exponen por los efectos aislantes de someterse a tratamientos prolongados y la situación de dependencia laboral que sufren a causa de la imposibilidad de trabajar y mantener su tratamiento de hemodiálisis, que requiere que tres veces a la semana acudan al hospital a dializarse durante varias horas. «¿Qué empresa puede permitirse tener a un trabajador tres mañanas a la semana en el hospital?», se pregunta Daniel Gallego, que también reclama más prevención «porque tenemos un magnífico sistema para la enfermedad aguda pero nos hace falta mirar a la detección precoz».
La reincorporación al mercado laboral, incluso después de trasplantados, es muy complicado al haber estado tantos años fuera del mercado laboral. «Se trata de una enfermedad silente que no da síntomas y cuando da la cara es tarde. Hace falta más prevención con vida saludable para evitar la diabetes, la hipertensión y la obesidad, sus principales causantes». La diálisis imposibilita tener un trabajo normal y el trasplante tampoco dura toda la vida. «Si eres joven, puedes necesitar a 2 ó 3 trasplantes», cuenta Gallego.
La opción de diálisis domiciliaria no acaba de despegar en Andalucía, pese a ser más cómoda y económica. Según los últimos datos del Registro Español de Enfermos Renales (2018), tan sólo un 11,1 por ciento de los pacientes en diálisis utiliza la modalidad peritoneal, mientras que un 88,9 por ciento recibe hemodiálisis como tratamiento sustitutivo renal.
En España actualmente solo un 17,1 por ciento de los pacientes renales que están en diálisis utilizan la modalidad peritoneal, frente a un 89% que utiliza la hemodiálisis. Desde el año 2015 el número de pacientes renales en diálisis peritoneal va en descenso.
La brecha entre los distintos tipos de diálisis es llamativa entre las distintas comunidades autónomas, con casos como el de Baleares o Asturias, donde la tasa de utilización de la modalidad peritoneal supera el 20% mientras que, en otras comunidades como Cataluña, Andalucía o Murcia, apenas llega al 9%. Este desequilibrio existe también incluso entre los propios hospitales, es decir, influye mucho el impulso que se hace desde los propios servicios de nefrología en cada hospital.
«En España hay un eje Norte-Sur, como en tantas cosas», dice César Remón. Las comunidades más ricas utilizan más la diálisis domiciliaria. «Que Galicia tenga tres veces más diálisis peritoneal que nosotros, pese a ser una comunidad rural y con gran dispersión poblacional, será por algo. La estructura no mantiene un programa firme en Andalucía y de ahí su baja incidencia comparado con el norte de España», cuenta.
Y añade: «Sevilla partió de una mala situación pero está creciendo en los últimos tres o cuatro años. Se ha fomentado la información y ha crecido mucho, puede estar en torno al 15 por ciento, aunque sigue por debajo de la media española, que se sitúa alrededor del 18 por ciento».
«Hace falta que en todos los hospitales se dé información a los pacientes sobre este tipo de diálisis para que pueda optar libremente a este tratamiento. Si no lo conocen, no pueden elegirlo. Creo que todos los pacientes deberían tener los mismos derechos en España y no se explica que haya provincias con el doble o el triple de tratamientos de diálisis peritoneal», insiste Remón.
Y añade: «Los resultados son similares, aunque tiene menos coste porque elimina la necesidad de personal sanitario. En pacientes más jóvenes pueden ser, incluso, mejores. Además, mantiene a los pacientes más activos y estos enfermoss están, en general, más integrados socialmente».
Según el Grupo de Apoyo al Desarrollo de la Diálisis Peritoneal (Gaddpe) , «este procedimiento aporta mayor independencia al paciente a la hora de realizar el tratamiento y es totalmente compatible con un estilo de vida laboral, familiar y personal activo; y desde un punto de vista clínico, es la que más se acerca al funcionamiento normal de los riñones y permite mantener durante más tiempo la función renal residual de los riñones». Gaddpe asegura que también está indicada para todas las edades y proporciona excelentes resultados clínicos mostrando la mejor supervivencia como modalidad inicial de tratamiento para los pacientes que no pueden trasplantarse de inmediato».
La diálisis peritoneal domiciliaria es más económica (32.400 euros anuales por paciente frente a los 46.600 euros en hemodiálisis). Cada paciente que inicia la hemodiálisis en lugar de la diálisis peritoneal, supone, de media, 14.000 euros más de coste al año para el Sistema Nacional de Salud, según Gaddpe.
Dos diálisis y dos hermanos
Juan Manuel Márquez, chiclanero de 62 años, es uno de los enfermos renales que hace en su domicilio la diálisis. Es diabético desde hace veinte años y estuvo trabajando en un bufete hasta que con 41 años sufrió un infarto. «La diálisis peritoneal es diaria, dura unos 25 minutos y la hago cuando quiero, mientras mi hermano, que hace la hemodiálisis en el hospital, tiene que estar allí cuatro horas tres días a la semana y con más riesgo de complicaciones», dice. Ahora le van a llevar una máquina a casa y podrá hacerla mientras duerme.
César Remón, jefe de Nefrología del Hospital Puerta de Mar, recuerda que el número de pacientes en diálisis ha crecido un 40 por ciento en los últimos veinte años y que seguirá haciéndolo en los próximos veinte al 5 por ciento anual
Fuente: ABC de Sevilla